Blog que se ha visto tomado por la mirada de sus participantes sobre uno de los hechos más trascendentes de los últimos años: la muerte de Néstor Kirchner. Miradas que recorren ese paisaje para traducirlo en estas crónicas que tenés a un click de distancia.
Nueve águilas sobrevolando un pedazo de historia, nueve periodistas narrando las crónicas del adiós
En la presentación de este trabajo Cristian Alarcón cuenta que “los cronistas que se sentaron a escribir lo que no podrían publicar en los medios, lo que no escribirían en esas cuartillas antojadizas en las que se ciñe la narración periodística, tuvieron la libertad para hacerlo aquí, sin más intención que la de contar desde lo propio, desde el haber estado, desde la percepción, desde aquello que podríamos llamar interior, lo que les dejó la experiencia”.
Gracias por ser nuestros ojos por un rato, gracias poner en escena nuestros cuerpos a la distancia.
Papeles - Patricia Serrano
Si el hombre de mi vida se fuera así tan de golpe de mi lado yo también quisiera mil dibujos de niños que me dieran amor, aunque no supieran nada de la muerte. Aunque yo tampoco sepa nada de la muerte ni de hombres que te aman por toda la vida.
El cortejo peronista - Martín Ale
Ella tiene puestas las gafas oscuras que la cubrieron durante todo el funeral. No habrá foto de su mirada, como tampoco habrá foto del líder muerto.
Los cuerpos cuentan - Maru Ludueña
En el reloj del Cabildo los minutos no pasan. El tiempo se ha vuelto algo muy raro, algo que invierto acá, por curiosidad. Algo que habitualmente cuido mucho porque entiendo que es lo único que no se puede comprar. Tiempo y cuerpo en suspenso. Siento contracturas. Horas de pie en la experiencia más nac & pop de mi vida.
Le voy a contar mis nietos - Sebastián Hacher
Entonces lo volví a ver: era Franco, el pibe del día anterior. Llegó frente al cajón y se largó a llorar con todo, como se llora cuando se es niño y todavía no se tienen las reservas del caso. La escena duró pocos segundos y fue incómoda. Franco se abrazó con Máximo -le llegaba a la altura de la panza- y gritó que Néstor era su amigo, que él lo quería mucho. La trasmisión cambió de cámara enseguida.
“No se ilusionen, mamá es una leona” - Naimid Cirelli
Y hay quienes dejan regalos, que son aceptados y colocados sobre en cajón o a un costado. Un hombre se asoma y le entrega al guardia una camiseta de San Lorenzo gastada. “Hace veinte años que la tengo”, explica, “yo sé que él era de Racing, pero que me la cuide”. La colocan a un costado. Abajo, un cartelito prolijo dice: “Ni se ilusionen, Mamá es una leona”.
Entonces lo volví a ver: era Franco, el pibe del día anterior. Llegó frente al cajón y se largó a llorar con todo, como se llora cuando se es niño y todavía no se tienen las reservas del caso. La escena duró pocos segundos y fue incómoda. Franco se abrazó con Máximo -le llegaba a la altura de la panza- y gritó que Néstor era su amigo, que él lo quería mucho. La trasmisión cambió de cámara enseguida.
“No se ilusionen, mamá es una leona” - Naimid Cirelli
Y hay quienes dejan regalos, que son aceptados y colocados sobre en cajón o a un costado. Un hombre se asoma y le entrega al guardia una camiseta de San Lorenzo gastada. “Hace veinte años que la tengo”, explica, “yo sé que él era de Racing, pero que me la cuide”. La colocan a un costado. Abajo, un cartelito prolijo dice: “Ni se ilusionen, Mamá es una leona”.
La muerte en la sala de traumatología - Candelaria Schamun
Durante 20 horas mi dedo pulgar apretó el botón del control remoto: cinco canales para arriba, cinco canales para abajo, cada vez que lo hacía la plaza estaba más llena. Por la impotencia de no poder salir corriendo a Casa Rosada mandé mensajes de texto a mis amigos: “Murió Néstor”.
El nuevo hombre - Juan Tauil
Aterricé solo en la fila que llevaba al pueblo rumbo a la capilla ardiente para despedir al prócer: eran las 6 de la tarde. Recorrí de punta a punta esa guirnalda humana que se desplegaba colorida pero sumida en el dolor hasta que llegué a su comienzo, o a su fin; quién sabe dónde empiezan y terminan estos actos de amor.
La epopeya futura - Lucía Álvarez
En la villa no estaba el silencio de la ciudad porque todo es circulación. Más allá de algunos comentarios (“¿El Calafate queda en Argentina?”) en ciudad oculta no había lugar para la conmoción o el duelo. La muerte de un ex presidente sigue estando lejos. El poder todavía está muy lejos de esos microclimas.
Durante 20 horas mi dedo pulgar apretó el botón del control remoto: cinco canales para arriba, cinco canales para abajo, cada vez que lo hacía la plaza estaba más llena. Por la impotencia de no poder salir corriendo a Casa Rosada mandé mensajes de texto a mis amigos: “Murió Néstor”.
El nuevo hombre - Juan Tauil
Aterricé solo en la fila que llevaba al pueblo rumbo a la capilla ardiente para despedir al prócer: eran las 6 de la tarde. Recorrí de punta a punta esa guirnalda humana que se desplegaba colorida pero sumida en el dolor hasta que llegué a su comienzo, o a su fin; quién sabe dónde empiezan y terminan estos actos de amor.
La epopeya futura - Lucía Álvarez
En la villa no estaba el silencio de la ciudad porque todo es circulación. Más allá de algunos comentarios (“¿El Calafate queda en Argentina?”) en ciudad oculta no había lugar para la conmoción o el duelo. La muerte de un ex presidente sigue estando lejos. El poder todavía está muy lejos de esos microclimas.
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