sábado, 30 de marzo de 2013

El telo de papá



El jueves entrevistamos en El Interruptor a Florencia Werchowsky, autora "El telo de papá", una  novela que es mucho más que la historia del emprendimiento familiar que los convirtió en la comidilla (que palabra espantosa) de Allen, también es un retrato de época que repasa los '80 y el comienzo del menemismo en un pueblo de provincia y la historia de una familia muy particular.


El Desafío
Cuando se le ocurrió abrir el motel, su proyecto comercial absoluto, acaso su plan más lúcido, se sintió satisfecho como nunca antes. Era una idea que combinaba diferentes aspiraciones, era tan heroica como lucrativa, era arriesgada, rebelde, tenía fuertes implicancias sociales. Le parecía comprender y dominar ciertas conductas de la clase media del valle, donde había pasado los últimos veinte años de su vida. Había llegado a la idea del motel analizando a sus amigos y a él mismo y concluyendo que además de un negocio redituable, un hotel alojamiento era una apuesta épica, un espacio para provocar, para despabilar. Sería el refugio de los amantes de la zona, los casados, los infieles, los solteros, locales y de las otras ciudades, los viajantes y los viajeros. Además de un negocio, abriría capítulos en las historias de la gente del pueblo.

Pág. 32-33


La pierna
Marcelino hizo un reconocimiento desesperado de la habitación, mirando confundido por no poder corroborar. Esperaba ver a su mujer engañándolo, pero la habitación estaba vacía. Revolvió las sábanas, pateó las frazadas que estaban tiradas en el suelo y se dejó caer en la cama, llorando. Sin decir una palabra,
se estiró para levantar la prueba más contundente del engaño: una pierna ortopédica de mujer olvidada en el desorden, todavía con el zapato de taco puesto.
Con los ojos mojados, se puso la prótesis debajo del brazo, que sería la manera cariñosa que tendría de cargarla en la intimidad de su casa para alcanzársela a su esposa, una renga infiel, y salió a llorar afuera. Mientras tanto, en el lavadero, los amantes transpiraban por el calor de la máquina secadora que estaba encendida y ella se tocaba con susto el muñón.


Pág. 130-131


El índice Cu-Cú
En sus años como dueño del motel, mi papá había desarrollado la teoría del Índice Cu-Cú que, aseguraba, era infalible: podía predecir el rumbo inmediato de la economía de acuerdo con el perfil de los clientes que estaban yendo al motel al momento del análisis. Entendiendo el turno de dos horas como un producto
de lujo y el aumento del deseo sexual como consecuencia del optimismo ante las perspectivas personales —económicas— favorables, el Índice Cu-Cú le ayudaba a comprender y pronosticar sin dejarse influenciar por las quejas de los chacareros o las noticias engañosas de los medios.

Pág. 230


PD: Si alguien lo pide, cuando vaya a la radio pido el archivo de la entrevista y lo subo al blog.

Foto: El Guardián.