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jueves, 9 de enero de 2014

En el principio...

Llegué a este puerto con poco equipaje: cuatro camisas, mis instrumentos de caligrafía y un corazón en un frasco de vidrio. Las camisas estaban remendadas y con manchas de tinta, a mis plumas las había arruinado el aire del mar. El corazón, en cambio, lucía intacto, indiferente al viaje, a las tormentas, a la humedad del camarote. Los corazones sólo se gastan en vida; después, ya nada les hace daño.


“El calígrafo de Voltaire”, Pablo de Santis

jueves, 15 de septiembre de 2011

Bibliotecas

"Uno nunca tiene los libros que necesita: tiene de más o de menos".

Pablo De Santis, “El enigma de Paris”. Pág. 153

jueves, 26 de noviembre de 2009

Invisibilidad, perfección y sueño

Mientras los ingenieros querían mostrar los avances técnicos en forma tan clara como fuera posible, Balestri prefería la invisibilidad: La técnica es perfecta cuando se vuelve sueño.

“La sexta lámpara”, Pablo De Santis.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Arena, marea y memoria

Una de las anécdotas más conocida de Balestri ocurrió a su regreso a Nueva York. Balestri caminaba un día por la playa, e invierno cuan do un estudiante lo reconoció. Su padre, un empresario de la industria textil, le había pedido que le construyera una casa, pero el estudiante no estaba en condiciones de emprender todavía un trabajo semejante. La casa estaría emplazada en el bosque. El estudiante le pidió a Balestri que le djera cuál era su presupuesto. Balestri dijo que lo pensaría y lo citó para el día siguiente en el mismo lugar.
Cuando el estudiante llegó, Balestri estaba concentrado en trazar con una ramita en la arena un complejo plano de la futura casa. Aunque algunos signos estaban un poco confusos debido a la dificultad de que presentaba la arena, no faltaban los detalles de un plano habitual. A pesar de su corta experiencia, el estudiante se dio cuenta de que aquel dibujo en la arena representaba una obra extraordinaria. El estudiante hubiera pasado horas contemplando aquel plano, pero ya el mar se acercaba peligrosamente al dibujo, y pronto lo borraría por completo.
Balestri le propuso al estudiante lo siguiente: si era capaz de entender y memorizar el plano antes de que las olas lo barrieran, el proyecto era suyo sin necesidad de pagarle nada.
El estudiante, que no tenía a mano ni papel ni lápiz, tuvo que comprender y memorizar cada uno de los elementos. Una vez que la marea borró por el dibujo fue corriendo a poner todo lo que había retenido sobre papel. Pudo conservar buena parte de aquellas ideas, y cuando la casa, al año siguiente, se terminó de construir, se convirtió en un sitio de peregrinaje para los estudiantes de arquitectura. Aunque estaba en el medio del bosque, se la conoció desde entonces, sin embargo, como La casa de la arena.

“La sexta lámpara”, Pablo De Santis, pág. 169-170.

sábado, 29 de agosto de 2009

Un acto heroico que justifique el castigo

"La torre de babel nos dice a nosotros, arquitectos, que construimos con el significado y a través del significado con palabras y a través de las palabras. La confusión no es tanto un obstáculo que aparece al final, sino la materia misma con la que construimos nuestras torres. Los mitos nos ayudan sólo cuando podemos invertirlos. Todos somos como Prometeo, castigados; debemos encontrar entonces aquel acto heroico que justifique el castigo. Debemos partir del final del mito para ir hacia el principio, hasta encontrar la ambición extrema que haga justa la condena".

“La sexta lámpara”, Pablo De Santis, pág. 89.

martes, 26 de febrero de 2008

Olvido y memoria


“El eficaz ejercicio del olvido –paradoja interesante- permite la práctica profesional del deporte de la memoria”.

Rodrigo Fresán, “Vida de santos”. Pág. 48


“Ya los antiguos griegos hablaban del arte de la memoria; pero yo creo que sólo en el olvido hay un arte verdadero”.

Pablo De Santis, “El enigma de Paris”. Pág. 91


"Es curioso como el olvido va modelando el relato que podemos hacer del pasado. El olvido, no la memoria. El olvido es la única cosa que existe. Lo que llamamos memoria no es sino el producto de cierto olvido".

Osvaldo Aguirre, “Rocanrol”. Pág. 133
Frase tomada del cuento que más me gustó: “Buche” (pobre, Pollo; pobre el Pollo hijo de recontramilputa)

domingo, 24 de febrero de 2008

Periodi$mo

"Sobornar a los políticos es mucho más barato, porque no tratan de parecer personas honestas; pero los periodistas siempre nos salen más caros, porque tratan de simular que están dispuestos a llevar sus escrúpulos hasta el límite".

Pablo De Santis, “El enigma de Paris”. Pág. 192

martes, 22 de enero de 2008

La argentinidad al palo (sigo leyendo)


Hubiera debido mantenerme callado, pero el alcohol suelta la lengua y anuda el entendimiento (…). Jamás en mi vida escuché un silencio tan profundo como el que siguió a mis palabras; el efecto del alcohol se fue de golpe, como si el silencio estuviera hecho de agua fría. ¿Cómo explicarles que había sido el cognac, no yo; cómo decirles que era un argentino y que estaba geográficamente destinado a hablar de más?
Pablo De Santis, “El enigma de París”. Pág. 65-66

- Esta noche hablaremos en el salón. El tema de hoy será el enigma. Estaremos todos: detectives y asistentes, aunque los asistentes, por supuesto, tienen prohibida la palabra. Conozco a los argentinos, así que me veo obligado a aconsejarle: vaya ensayando su silencio.
Pablo De Santis, “El enigma de París”. Pág. 74

(…)
- ¿Pero cómo sabe usted eso, si todavía no informé de su desaparición?
- Estamos al tanto de todo lo que ocurre en la Exposición- respondí, feliz de que alguien, en medio de una confusión, me considerara útil y oportuno.
- Su acento y su soberbia me parecen familiares- dijo el doctor Nazar en perfecto español-. ¿Usted es argentino? Yo también.
Pablo De Santis, “El enigma de París”. Pág. 185

jueves, 27 de diciembre de 2007

Rascacielos y Catedrales


Uno de los temas tradicionales de enfrentamientos entre los dos amigos eran los rascacielos. Silvio recortaba de diarios, revistas y publicidades las fotos de los edificios más altos de Chicago y Nueva York y se prometía a sí mismo que algún día él haría algo semejante. Le decía a Pollak que los rascacielos eran las catedrales del presente: una suma de todos los conocimientos y ambiciones de la época. Pollak le respondía que aquellos edificios no eran sino una colección de espacios vacíos, dispuestos en sentido vertical. Las catedrales no estaban sostenidas por piedras, sino por el significado.
- A pesar de los vitrales y las estatuas y los altares, las catedrales también son en el fondo espacios vacíos- decía Balestri.
- Es cierto. Pero nada tiene mayor significado que ese vacío central.

“La sexta lámpara”, Pablo De Santis (Pág. 23)