
Los que no son del valle tal vez no lo sepan, pero hoy comienza la Fiesta Nacional de la Manzana en General Roca (Río Negro).
Cinco noches con Kapanga, Árbol, Kinky, Divididos, Mariano Mores, Valeria Lynch, Cacho Castaña, Miranda, Coty, Banda Registrada, Chayanne, el Chaqueño “Hummer” Palavecino y Mercedes Sosa.
Les dejó las entrevistas que les hice para la revista Leche a Árbol y a los mexicanos de Kinky.
Como yapa, va una nota sobre cómo sería la noche con Cacho Castaña tras su actuación.
El vendedor de ilusiones
La mentira del lenguaje, la ilusión de las palabras, la imposición de conceptos, su uso y abuso. Cada vez es más común encontrar por ahí el término “vintage”.
Palabra que ahora muchos aplican a cualquier cosa para agregarle un par de ceros al precio. Vintage es un clásico, un artículo de colección que con los años mejoró su calidad, que añejó como los buenos vinos.
¿Todavía no te queda claro qué es vintage?
Entonces andá el viernes al predio de la Fiesta de la Manzana y cuando se asome al escenario Cacho Castaña vas a empezar a entender.
Y cuando termine de actuar y se lleve las bombachas que le tiren para agrandar su colección, sólo comparable con la de Sandro, vayamos a saludarlo al camarín haciendo oídos sordos a los que lo acusan de grasa.
Entremos camuflados al Planeta Castaña. El gato bien peinado, sombrero de ala ancha, chalina blanca, camisa negra abierta y los pelos del pecho erizados pidiendo labios femeninos que sacien ese fuego.
La contraseña es fácil: Johnny Walker 12 años.
Saludarlo con un apretón de manos y palmearle el hombro. Cagarte de risa de los sábados a la siesta que pasaste viendo la trilogía del amor (La Carpa, La Playa y La Discoteca del Amor).
Y cuando Cacho acueste el espejo y se cite diciendo “yo nunca tuve problemas con las drogas... consigo siempre”; aceptar la invitación, reivindicar a los viejos winnes, llegar hasta el final de la raya y servirle en bandeja el mejor centro de tu vida para que grite el primer gol de una noche que recién empieza.
Acelerar una cupe Fuego, largarle besos a los travestis y jugar al billar en un bar de la B. Apostarle las cadenas de oro a una carambola imposible.
Terminar la botella de whisky.
Colgarte de su fama y empezar a firmar autógrafos. Arrancar un par de celulares de mujeres con pasado, con escotes transpirados y miradas felinas.
Decirle “te voy a hacer una oferta que no vas a poder rechazar”, verle brillar los colmillos y rumbear al norte.
Entrar al Bailantazo de Beto mirando a todos a los ojos, porque estás con Cacho de Buenos Aires, con el que se le animó a la mujer de Monzón, con el que le acaricia el oído a la “Gata” Varela, con el que celebró el punto y coma del “Polaco” Goyeneche.
Hacer coros en “La reina de la bailanta”, ponerte la chalina de Cacho de vincha, señalar a la más linda y cantarle “si te agarro con otro te mato”.
Abrazar a todos.
Pedir más whisky.
Ver amanecer.
Sonreír cuando antes de subir al auto te diga “dejame a la pendeja, que ya tengo los dientes gastados”.
Cerrar la reja del ascensor del hotel, disfrutar del silencio artificial y antes de abrir la puerta de la habitación preguntarle, ¿Cacho, para cuándo un disco de Babasónicos con canciones tuyas?
Aclaración: El párrafo en cursiva me pidieron que lo suavizara, mandé estas dos opciones, no sé cuál habrán usado.
-Imitarlo diciendo “yo nunca tuve problemas con las drogas... consigo siempre” y patearle un penal al cerebro.
-Ver el reflejo que devuelve el espejo tamizado y endurecerse sin perder la ternura en una noche que recién empieza.
El texto de Cacho se lo dedico a Mr. Durazno, que el viernes lo irá a escuchar.