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miércoles, 18 de agosto de 2010

Quieren matarnos

"Tené cuidado, Iven, no hay cosa más peligrosa en el mundo entero que una mujer que no te quiere pero sabe que vos sí. Esa mujer puede matarte si lo desea, y las mujeres siempre quieren matarnos".

"Un detalle sin importancia", de Hernán Casciari, Concurso Haroldo Conti, libro publicado por P/12 que hace mil años me regaló mi amiga Valery Karpin.

miércoles, 16 de enero de 2008

Adonde quiera que vayas


Hace poco estuve releyendo “Los Lemmings y otros”, un libro de cuentos de Fabián Casas. Ahí me di cuenta que la máquina del tiempo existe, sin cables, ni botones o luces de colores. Sin científicos nazis indultados por el imperio. La máquina es apenas uno de esos cuentos, “El bosque pulenta”.
La historia de dos amigos de la infancia, pibes de barrio. La historia de un líder (como Facundo Pérez Morresi, ver revista Leche 16) que les traza el camino a los demás, les descubre un lenguaje, les abre mundos, que un día se pierde, se borra como una marca sobre el agua.
Con ese cuento, puedo jurarlo (yo, que nunca juro), viajé al pasado.
Volví a jugar por la Coca que salía dos australes con cincuenta. Volví a eructar triunfos (que de grande escasearon) en canchas improvisadas, en calles desiertas, en veranos implacables.
Cuando en el cuento se disponen a pelear con la barrita enemiga, para ver quién es más pulenta, uno de los pibes pregunta si esa plaza está en Boedo. La respuesta del líder es implacable: “Boedo queda donde estemos nosotros”.
Yo no pude evitar que se me pusiera la piel de gallina cuando leí esa frase, tampoco ahora que la transcribo.
Porque es así. A cierta edad el mundo se reduce a cuatro o cinco nombres. Tus amigos son un continente que se desprende de todo, que puede llevarte a la deriva, pero al que no podés traicionar.
Y la aventura está a un partido de distancia, a un desafío por la Coca, a dos cuadras. Y la mayoría de las veces, cuando pasa el tiempo, ese continente estalla. Pero jamás desaparece. Porque el barrio, ese mundo, queda donde estemos nosotros y eso no lo puede cambiar nadie.