lunes, 18 de julio de 2011

Historias del trabajo: el viento que todo lo mueve

Los días papeles volando por la calle

mugre en los ojos y en las mejillas

tierra en la lengua.

La existencia es un largo día de viento seco y frío

un viento feroz que ni siquiera es tornado vistoso

llevo años esperando

un cono de viento yanqui que arranque al Cristo de madera

y lo coloque en el fondo de un barranco

pero todas las noches cierro los ojos lastimados todas las noches

sin que pase nada de nada:

nada.

Anoche dormí bien

anoche dormí bien borracho

y soñé con una mujer como vos

nada bueno ni nada malo

después soñé con un león comiéndome

los pies

casi quedaba de tu altura

y me sentía bien me brotaba la felicidad

de los labios la risa aparecía como un vómito

que se hacía real, cuando prendí la luz.

Muy bonita muy bonita muy bonita

casi una estrella cruel brillante lechosa y fría

como la cortina que se inflaba a medias con el viento

y el dibujo del futuro en la arena por debajo de la puerta.

Casi me quedo dormido,

no me quería despertar.

salí temprano,

los gallos no se levantan en la ciudad tan temprano

ni siquiera hay gallos en la ciudad o los tapó la tierra.

Llegue tan temprano que no había nadie.

le pedí las llaves al sereno

para empezar luego de esperar

una hora dos horas, sólo el viento se hizo presente

y yo creía es temprano.

Se colgó del cable? dijo el otro, el nuevo

se colgó de internet? diría un boludo que usa computadoras

yo le pregunté cuando la descubrieron

fue el domingo, no dijo, dijo, todos se fueron al velorio

porque tu compañera de trabajo se colgó de una viga

por eso no viene nadie ni va a venir

la petisa media loca la que estaba embrazada

la que fumaba a montones y vivía en un barrio

sin luz

en una casa alquilada sin baño sin ducha y escuchaba el viento como yo

la que trabajaba para un tercero que trabajaba como testaferro

de un viejo que aparece por todos lados en carteles políticos

el que se queda con la moneda

y suelta el centavo del tesoro neuquino.

Murió,

como mueren los perros, sin trascender

pero falleció con un bebé en la panza

Se debe sentir muy mal

el bebé se debe sentir como un científico en un batiscafo

que se hunde en la fosa más profunda

que ofrece hoy día el mar de película, el más embravecido

y sin aire

Sin aire debe ver puntos fosforescentes, peces del abismo

¡sin el beat, beat, beat del corazón de su madre!

Se la debo

y el viento que agita

y agita la gran piñata de carne

que cuelga de una viga

a la piñata que maquillaron para disimular el cuero cabelludo

que se le desprendió como la cáscara a un fruto maduro.

Le debo, a ese futuro neuquino, argentino, latinoamericano

las calles polvorientas y una larga vida de mierda

serena y áspera como una tarde de viento en Neuquén

en las tomas en los alquileres en el Parque central en el Gregorio

o capaz que no,

Capaz que la pegaba

Capaz que le iba bien

Quizá me vaya bien a mí algún día...

pero a quién le importa

yo volví a limpiar los vidrios y no puedo acordarme de su cara

y

la veía todos los días

durante dos años que ya pasaron como llevados por el viento

parece mentira.

Héctor Kalamicoy

jueves, 14 de julio de 2011

Facundo Cabral, su vida en anécdotas

Tal vez ya haya sido expuesta en más de una ocasión, igual tengo que dejar en evidencia mi ignorancia y decir que, más allá de algún clásico, no sabía nada de Facundo Cabral.

Ok, sabía que los Cortez no quita lo Cabral, pero me parecía un nombre bastante pedorro para el espectáculo que Facundo daba con Alberto.

Nada, o muy poco sabia de este tipo que vivió mil aventuras en cien países.

Nada, o muy poco hasta que escuché la entrevista que le hizo Matías Martin en su programa de radio en la Metro.

Ida y vuelta