viernes, 29 de agosto de 2008

Alguien va a escuchar tu remera


Me cansé de tener que dar vuelta una tienda completa para encontrar una remera que me guste. Por eso decidí hacerlas yo mismo y ya las tengo a la venta. El domingo y el lunes las presento en Avenida Diseño. Y es más, la responsable del desfile me pidió algunas para que los modelos las luzcan en la gran pasarela que saldrá del gran monumento a la Manzana.
Antes de que se agoten, pedí la tuya al 02941-15646439 o a mfavole@yahoo.com, quién sabe tal vez hasta empiece a enviar a otros puntos del país.
El periodismo ya fue, ¡viva la moda!
(Habrá más noticias sobre esta pyme)

La invisivilidad según Casas

"Hace un tiempo atrás se me rompió un zapato. Me vi en problemas porque no recordaba una zapatería cerca de casa para poder arreglarlo. Sin embargo, salí a la calle y a las dos cuadras encontré una. Era un local viejo iluminado por una luz muy cálida. Había olor a cuero y una estufa daba un calor acogedor. Parecía una zapatería sacada de los cuentos infantiles. Detrás del mostrador, un hombre mayor trabajaba con un martillo y unos clavos. Tenía unos anteojos de esos que se usan para ver de cerca. Intercambiamos frases de cortesía y le pregunté si era nuevo en la zona, ya que yo –que había pasado infinidad de veces por ahí- no lo conocía. El hombre se sonrío y me dijo que hacía 20 años que estaba en el barrio. Que había visto crecer a varios de los chicos que antes jugaban en la vereda. Le dejé mis zapatos para que los arreglara, lo cual hizo de manera notable. Saqué una conclusión: hasta que no lo necesité, el zapatero había sido invisible. Saqué otra conclusión: todos los que hacen bien su trabajo son invisibles. De manera que, en una cultura que propicia la sobreexposición mediática, la invisibilidad es un don. Me di cuenta que también algo de ese espíritu estaba en los escritores que me gustan, esos que no salen a buscarte desde los desmesurados aparatos editoriales sino que se los encuentra irremediablemente cuando son necesarios".

Part del texto leído por Fabián Casas hace algo más de un año al recibir el premio "Anna Seghers" en Alemania.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Frases para coleccionar

“Mi experiencia como jugador de fútbol nunca fue del todo comprendida ni por los espectadores ni por mis compañeros de equipo. A mí siempre me pareció más interesante marcar un autogol que un gol. Un gol, salvo si uno se llama Pelé, es algo eminentemente vulgar y muy descortés con el arquero contrario, a quien no conoces y que no te ha hecho nada, mientras que un autogol es un gesto de independencia”, dijo alguna vez el escritor Roberto Bolaño.

martes, 26 de agosto de 2008

Verdades no comprobadas

Por si llega a fallar lo de Jorge Lanata en el rol de capocómico en el teatro de revista, el productor del Maipo ya tiene un pre-contrato con el ex intendente de Córdoba, Luis Juez.

lunes, 25 de agosto de 2008

Verdades no comprobadas

Salvo en raros casos, un periodista jamás le dice a un colega que el trabajo que hizo está bueno. Aunque lo piense, una mezcla de envidia, temor a la pérdida del espacio propio y chatura mental lo inhabilitan para ese gesto.
En cambio, amistad o no de por medio, los “artistas” se caracterizan por destacar “la obra” de sus pares con elogios que ascienden al mismo ritmo que las burbujas del champagne. Claro que más tarde, a espaldas del lisonjeado, dicen que en realidad es una verdadera cagada.

domingo, 24 de agosto de 2008

Resaca de los JJOO

- La marcha atlética sólo debería practicarse en la marcha del orgullo gay, eso no es un deporte.
- La única razón por la que el beach-voley es considerado un deporte olímpico es para ver a dos chicas en bikini y transpiradas abrazarse sobre la arena.
- Aunque me pese, porque es una de mis pruebas preferidas, el salto en alto debería ser prohibido… es absolutamente anormal que -sin más impulso que sus piernas y el doping- alguien salte una altura mayor a la suya.

viernes, 22 de agosto de 2008

La evolución de Tinelli

Logró que todas las noches sean “la noche más caliente” con la simple e imposible capacidad para convertir cualquier baile en un motivo para ponerse en pelotas y frotarse en una boluda o en un mogofilántropo.
¿Para cuándo una chacarera en la que Karina Jelinek termine en cuero cubriéndose la cacerola con una tapa de empanada o la Tota Santillán con las boleadoras al aire?

jueves, 21 de agosto de 2008

¡Feliz Cumplepost a mí!

Este blog se caga en los números redondos, por eso festeja su post número 111.
¡Sidra caliente en envase de plástico para todos, invito yo!

martes, 19 de agosto de 2008

Verdades no comprobadas

Si tenés sobradas muestras de que sos un inútil, pero tenés buena memoria, estás absolutamente preparado para sumarte al mágico mundo del Periodismo Deportivo (que, aceptémoslo incluso quienes lo hemos practicado, es casi un oxímorom).

sábado, 16 de agosto de 2008

“Mi personaje favorito es Evita”

¿Será Zaira Nara un nuevo modelo de las "descamisadas" del peronismo?
De lo que no tengo dudas es de que al Pocho le hubiera encantado tenerla en las filas de la UES.

jueves, 14 de agosto de 2008

Extracto de "Chamamé" de Leonardo Oyola

Mi primo el Sapo nos había enseñado que todos los puesteros eran tramposos. Que tenían arreglados sus juegos para que vos nunca ganaras.
«La mira en los rifles es una fija que están desviadas. Hacé el primer tiro y fijate para dónde se te corrió el balín. A qué le diste. De ahí, sacá la cuenta.»
Si acertabas los tres tiros, te ganabas un radiograbador. Con dos un Mazinger Z de plástico o una muñeca con pelo de verdad y vestidito de época. Acertando uno te daban un reloj de juguete que yo ya tenía porque me había salido en un Topolino.
Le hice caso al Sapo y después de mi primer disparo me avivé que la mira tiraba hacia la derecha. Solo tuve que apuntar un poquito más desviado hacia el otro lado. Y así acerté los dos tiros que me quedaban.
—Tenés culo, pendejo, ¿eh? —celebró mi puntería el dueño del puesto. El cigarrillo que aparentemente tenía pegado en los labios se le había caído al suelo.
Le di el Mazinger a Facundo para que lo llevara él. Yo no quería que me vieran con el muñeco en la mano, pero en casa ¡cómo iba a jugar! ¿Saben quién era Koji Kabuto? ¡Yo! Obvio.
Ya nos podíamos ir.
Hubiéramos ganado mucho si ahí nos volvíamos a casa.
Pero yo quería subirme a la vuelta al mundo. Y el Facu también.
Me encantaba. Nos encantaba.
Estar ahí arriba y ver las luces de las casas, las filas de luces de mercurio y las luces altas y de posición de los autos que iban circulando.
Facundo miraba para arriba, a las estrellas y a la luna.
Esa noche los dos buscamos mirar donde lo hacíamos siempre y cada uno encontró algo diferente.
En la cola para dar la vuelta en el juego, delante de nosotros , estaban dos de las hermanas Agüero. Me gustaban las tres, pero yo estaba enamorado de Mariela. Y la pendeja lo sabía. Y las hermanas también. Y todo mi grado, todo quinto. Todo el colegio. Facundo, mi primo el Sapo y los otros hijos del tío Martín. Hasta el tío Martín y la tía Pocha.
El único que no se había enterado era mi papá.
Mariela y Patricia quedaron en el asiento anterior al nuestro. Yo no dejaba de mirarla a ella. Así, todas las vueltas. Cuando paraban la rueda para bajar a los que ya habían cumplido su recorrido, nos quedábamos ahí suspendidos. Y Mariela me miraba de reojo por encima del hombro y sonreía. Yo también le sonreía. En uno de esos stops, nos tocó quedarnos en lo más alto. Yo me tenté un poco con la enorme luna anaranjada de ese verano. Con la luna moneda. Y después me volví a concentrar en ella. Mariela era más linda que una luna llena.
Entonces se nos vinieron las sorpresas.
La dulce y la amarga.
Mariela se dio vuelta y apoyando los brazos sobre el respaldo, y su pera sobre sus manos, cerrando los ojos me mandó un beso.
No me dio tiempo a reaccionar al flor de eructo que se tiró un vago detrás de nosotros. Lo escuchó toda la rueda. Y Facundo se cagó tanto de la risa…
—¡Eh! ¡Vo'! ¡Putito! ¿De qué te reís? —nos bardeó ese conchudo. Y digo nos bardeó, porque si se metía con Facu se estaba metiendo conmigo. Lo miré de costado y entré en la volteada—. ¿Y vos qué mirás? ¿También sos puto?
No le dije nada. Con mi hermano los dos mirábamos para abajo. Para adelante. Y Mariela y Patricia nos miraban a nosotros, preocupadas.
Lo vi un segundo. Era un año, dos como mucho, mayor que yo. Ese y el otro. Que también se prendió en el verdugueo.
—¡Mirá! ¡Juegan con muñequitos los dos putitos!
Noté que Facu se estaba por poner a llorar. Le pedí que no lo hiciera y agarré yo el Mazinger.
Cuando pararon la rueda para que se bajaran Mariela y la hermana, los escuché y supe lo que eran antes de sentirlos en la espalda, el cuello y el pelo. Supe lo que eran antes de verlos en mi hermano y en el Mazinger.
Flor de gargajos nos estaban escupiendo.
La rueda dio una vuelta completa con esos dos hijos de puta escupiéndonos.
—No llorés, Facu. Aguantá. No llorés.
Cuando nos bajamos, lo abracé y lo obligué a apurar el paso hasta la calle para salir de la feria. Ahí, en la oscuridad de la vereda de Atenas , mi hermano moqueó por los dos la rabia y el dolor de cómo nos habían humillado.
Yo lo abracé y lo tranquilice. Le limpié los pollos que tenía en la ropa y en el cuerpo. Con mi mano le sequé la saliva de esos guanacos y la concha de su madre. Y le pedí que no le contara nada a papá. Que si no no nos iba a dejar salir más. Y que capaz que si se enteraba salía para armar bardo. Pero que antes seguro nos cagaba a frentokis.
Facundo me dijo que sí con la cabeza pero no abría la jeta para nada. Si lo intentaba se le escapaban unos sollozos que a mí me iban a terminar haciendo largar los mocos también.
No sé cuánto estuvimos. Fue un buen rato. Volvimos con el partido ya terminado. En el tocadiscos sonaba el Swing del buen humor, la cábala del viejo cada vez que se preparaba para ir al Jesse James.
Nos escuchó entrar. Él estaba en el baño terminándose de afeitar.
—¡Pendejos atrevidos! ¡Antes de las once me dijeron que volvían! ¡Que conste que no los cago a palos porque le hicimos el orto a las gallinas! Ahora van a manducar solos la zapi por más que esté fría, ¿eh?
Nos fuimos para la pieza. Nos encerramos. Papá no era boludo. Sabía que algo nos pasaba.
—¿Qué? ¿No van a cenar? ¿No quieren ver la película de terror en Trasnoche Aurora Grundig?
—Queremos escuchar música. ¿Nos dejás poner el disco de la Credence?
Me miró todavía desconfiando.
Pero al loco lo cebaba que tuviéramos los mismos gustos.
—Dale. Poné «Molina».
Encaré para el tocadiscos. Ahí me deschavé.
—Manuel, ¿quién te escupió en la espalda?
—Nadie —contesté con el sobre de Péndulo en la mano.
Menos Fogerty, el resto de los músicos usaba la barba y el pelo largo.
—¡Cómo que nadie! ¡Tenés un flor de pollo verde en la espalda!
Se puso loco.
Pero sabía moverse.
Yo, además del apellido, heredé su andar.
Papá sabía que yo no iba a aflojar. Que no le iba a largar prenda.
—Contame todo, Facu.
—Pa —quise evitar que mi hermano hablara.
Y mi papá ahí me hizo picar en la nuca un ‘tate quieto.
Facundo le contó todo.
Y se volvió a llorar todo.
Papá lo dejó.
Le hizo que se lavara bien la cara para que no se notara que había estado llorando y le pidió que se trajera el Mazinger. A mí me agarró de un brazo y me hizo salir con ellos.
—Son aquellos dos —les señaló Facu.
—¿Los que están comiendo algodón de azúcar? —preguntó mi viejo arrugando la frente. Facundo le dijo que sí.
«Negros de mieerrrda», pronunció papá entre dientes y me empujó para ese lado.
Los pibes cuando nos vieron llegar con mi viejo se pusieron tan blancos como lo que estaban morfando.
—¿Ustedes son los que escupieron a mis hijos?
—¿Qué? —dijo el que había eructado haciendo montoncito con los dedos.
—Mirá, pendejo, a mí no me hacés ese gesto. Y si mi hijo, Facundo, dice que ustedes los escupieron es porque fue así. ¿O vos me vas a convencer a mí de que mi hijo me miente?
Se quedaron mudos. La gente se empezó a acercar. A rodearnos.
Por los parlantes un órgano inconfundible arrancaba con el Jump de Van Halen.
—Escúchenme bien. Esto lo tenemos que arreglar. Y tiene que terminar acá. Yo no crío putitos —dijo y me miró—. Yo no tengo hijos que se coman los mocos. Así que si ustedes tienen algún problema, lo solucionamos ahora. Él es chiquito, tiene ocho. Pero el otro cumplió once. Ya se la aguanta. Se van a boxear con él. Así me lo estropeen, yo no me voy a meter. Un round cada uno.
Se miraron entre ellos y se rieron de los nervios. El que había eructado después me miró a mí y se rió de mí.
Doña Nico, una vecina, se cubrió la boca con las manos.
—Ovejero, no le haga eso a su nene.
Mi viejo no le dio bola. Cuando se enfurecía no escuchaba a nadie.
—¿Qué me decís, Látigo? ¿Sabés dar ñoquis o solo te dedicás a los gallos?
—Don, si yo le pongo una mano a su hijo usted se va a meter…
—Para nada. Soy un Ovejero. Mi apellido, nene, se tiene que respetar. Yo te doy mi palabra. Lo único que quiero es que mi hijo se haga respetar. Que haga respetar el apellido. ¿Se la bancan?
Volvieron a mirarse entre ellos. Alzaron los hombros, coordinados, como diciendo y bueno. Pan comido.
Dio un paso adelante el del eructo.
David Lee Roth me alentó:
Might as well jump. Jump!
Go ahead, jump!
Y mi papá al oído solo me dijo:
—Manuel, ese sorete es el que escupió a tu hermanito. ¿Qué vas a hacer?
Me prendí fuego.
Salí al encuentro del sorete que escupió a mi hermanito dando un salto.
Lo sorprendí.
Caí agarrándolo de los hombros y dándole flor de cabezazo.
Como papá me había enseñado: la frente. La parte mas dura del cuerpo.
Después empecé a cagarlo a trompadas gritando y llorando enfurecido.
Mis gritos eran aflautados. Propio de la voz de un nene de esa edad.
¿Pero quién iba a decir que gritaba como una mina? ¿Quién me iba a decir que gritaba como un puto después de la flor de paliza que le estaba dando a ese guanaco?
Mi papá me atenazó de los hombros para separarnos.
Yo quería seguir dándole masa, así que al viejo le costó despegarnos. Me levantó y me tiró hacia atrás. Me trabó en los talones y me caí de culo.
—Segundo round —le dijo al otro, mientras yo me paraba.
—Don… Fue él… el que escupió a sus hijos, yo no hice nada.
Mi viejo sonrió satisfecho.
Agarró el Mazinger y se lo dio.
—Tuyo. Con esto juegan los putitos —le dijo clavándole el muñeco en el pecho. Después alzó a mi hermano en brazos y me hizo seña para que lo siguiera.
La gente se abrió para dejarnos pasar. Van Halen resumía todo con su:
Well can't you see me standing here,
I've got my back against the record machine
I ain't the worst that you've seen
Oh can't you see what I mean?
Y lo que más me hinchó las pelotas de todo esto fue que Mariela ya nunca más me miró como lo había hecho en la vuelta al mundo.
Y mucho menos me volvió a tirar un besito.
En casa, papá acostó a Facundo. Prendió la tele en Canal 7. Trasnoche Aurora Grundig iba a dar La maldición de Frankenstein con Peter Cushing y Christopher Lee. Puso en un plato dos porciones de pizza fría y sirvió un vaso de cerveza. La botella la dejó en la mesa.
Alzó la mano y yo cerré los ojos esperando un frentoki o un ‘tate quieto.
Y entonces papá me acarició la cabeza, despeinándome.
Después se fue a bailar.

Oyola ganó hace algunas semanas el Premio "Dashiell Hammett" en la Semana Negra de Gijón.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Palermo según Juan Villoro

Por virtud (Riquelme), es el último de los sedentarios. Palermo lo es por déficit. Fallar dos penales en un juego es mala suerte. Fallar dos penales, pedir la pelota para tirar un tercero y volver a errar es literatura. Fue lo que el trágico Martín logró en la Copa América ante Colombia. Su altura depende de reconvertir tanta torpeza en motivos para ganar.

sábado, 9 de agosto de 2008

El "Miedo" según Raymond Carver

Miedo de ver una patrulla policial detenerse frente a la casa.
Miedo de quedarme dormido durante la noche.
Miedo de no poder dormir.
Miedo de que el pasado regrese.
Miedo de que el presente tome vuelo.
Miedo del teléfono que suena en el silencio de la noche muerta.
Miedo a las tormentas eléctricas.
Miedo de la mujer de servicio que tiene una cicatriz en la mejilla.
Miedo a los perros aunque me digan que no muerden.
¡Miedo a la ansiedad!
Miedo a tener que identificar el cuerpo de un amigo muerto.
Miedo de quedarme sin dinero.
Miedo de tener mucho, aunque sea difícil de creer.
Miedo a los perfiles psicológicos.
Miedo a llegar tarde y de llegar antes que cualquiera.
Miedo a ver la escritura de mis hijos en la cubierta de un sobre.
Miedo a verlos morir antes que yo, y sentirme culpable.
Miedo a tener que vivir con mi madre durante su vejez, y la mía.
Miedo a la confusión.
Miedo a que este día termine con una nota triste.
Miedo a despertarme y ver que te has ido.
Miedo a no amar y miedo a no amar demasiado.
Miedo a que lo que ame sea letal para aquellos que amo.
Miedo a la muerte.
Miedo a vivir demasiado tiempo.
Miedo a la muerte.
Ya dije eso.

martes, 5 de agosto de 2008

Epígrafe de "Los detectives salvajes"


- ¿Quiere usted la salvación de México? ¿Quiere que Cristo sea nuestro rey?
- No.

Malcolm Lowry en "Los detectives salvajes", de Roberto Bolaño.

Aprovechando que uno de los personajes de este gran libro se llama Pancho Rodríguez, aunque no hemos compartido empanadas y vino, el post va dedicado al Pancho salteño, a Opádromo, a Rodrigo España y a Alejandro Kozarts cuantos sean que ellos sean en este blog.

lunes, 4 de agosto de 2008

Poesía tumbera, entre pibes chorros y damas gratis

"Empecé a escribir pasados los veinte cuando se me hizo imposible seguir leyendo sin incurrir en algún tipo de plagio mal disimulado. El por qué de esa necesidad me resulta un misterio. A lo mejor necesitamos purgarnos de tanta letra digerida para seguir leyendo, hacer un poco de lugar. Luego, lo que uno produce resulta ser apenas la execrencia de todas sus lecturas previas". Oscar Fariña nació en 1980 en Asunción. Un año y medio después vivía en Buenos Aires. Varias años más tarde publicó sus poemas en "Pintó el arrebato", que, leí por ahí, se parece a un titular de Crónica TV con la música de fondo al mango
Conocí sus poemas gracias a un post del chimango, porque antes de ser libro "Pintó el arrebato" fue (y sigue siendo) un blog en el que se cruzan poesías sobre drogas, cumbia, cárceles, robos, sexo, alcohol, fútbol, el barrio, violencia. "Soy empleado de una cadena de librerías. Mi trabajo no tiene, ni remotamente, nada que ver con la literatura", dice Oscar Fariña entrevistado por Escafandra.

¿Cómo nació la idea del blog?
El blog es la continuación de un proyecto que empezó como fotolog, luego de ser desactivado por los moderadores del sitio atendiendo a sus buenas conciencias. La gente de fotolog pretende un oasis higiénico on-line para que sus crías puedan retozar tranquilas. Son varios los que se encierran bajo siete llaves en countries con la misma intención. Todo empezó con el nombre, en alguna trasnochada: se me ocurrió que debía escribir un poemario que tuviera por título Pintó el arrebato y no encontré mejor alternativa al marco banal de fotolog para desarrollarlo. En ese momento estaba súper embolado de lo que venía escribiendo, en una línea más bien barroca. Me registré y santo remedio.

¿Cuál ha sido la respuesta de los lectores?
Muy buena. Desde los primeros tiempos del fotolog a esta parte se interesó mucha gente y pude trascender el círculo de amigos como exclusivo público lector. Edité una plaquetita que tuvo una pequeñísima repercusión mediática y sigo a la espera de que Planeta revea sus políticas editoriales y me haga millonario.En el primer Pintó... se armaba rosca, me corrían por ambos flancos: algunos me sentenciaban a muerte por negro, otros por gato bigotón. En fotolog se comenta mucho más que en los blogs y uno, así como hacen otros con el poder o la riqueza, se dedica a acumularlas "firmas". De este modo los adolescentes nos generamos un sucedáneo de confianza y amor propio. Ahora, en el blog, casi ni dejan comentarios.

¿Cómo encontrás el tono para escribir?
Al tono se lo encuentra escribiendo. Antes, o simultáneamente, hay que leer y escuchar (que es lo mismo); pero creo fervientemente en la incidencia del tiempo y que el estilo proviene de la mera acumulación.

Drogas, bailantas, cárceles, fútbol, robos, violencia, sexo, alcohol, el barrio ¿qué más se viene?
No mucho más, pasaron casi dos años desde que empecé con esto y ya es hora de pasar a otra cosa. La idea era jugar con una voz, un espacio, un cuerpo estereotipado para decir algo interesante, que me excediera. Pero todo estereotipo es perecedero y lo que parta de él, también.

¿Ese es tu ámbito o sos una especie de antropólogo de ese mundo?
¿Otro Gastón Pauls con los ojitos hush-puppies frente a la desgracia del pobre? Por favor, no. No hay dos mundos, estamos todos involucrados en el mismo y somos víctimas y cómplices. Yo sólo le dediqué especial atención a uno de los tantos registros que me atraviesan en tanto sujeto social para hacer poesía. Y no creo necesario declarar ningún prontuario para legitimarla. Debo decir, de todos modos, si a alguien le sirve de consuelo, que no poco de lo que escribo proviene de mi propia biografía. O está recogido de primera mano. Pero insisto: Pintó el arrebato no pertenece al género crónica, pertenece al género poesía.

¿Qué importancia tiene para vos el lector a la hora de escribir?
Escribo para un lector hipotético que soy yo (¡a cuántos estaré parafraseando con esta frase!). En ese juego de espejos enfrentados, de micrófono apuntado al parlante, me aturdo y así sale lo que sale. Frase para la posteridad: mi estilo es el acople (a través de varios niveles) entre las dos partes de un sujeto disociado ¿Y el otro? me cago en el otro.Todas estas cosas las consigno para luego avergonzarme.

¿Estás más cerca de ser un Cucurto hardcore como leí por ahí o un Bukowski tumbero?
Odiosas, las comparaciones. Pero si de darle al violín se trata, debo decir que de Bukowski no leí nada, ni me interesa, y por lo tanto mal sabré yo qué entidad designa el mashup con "tumbero". Por su parte, con Cucurto no creo que haya una diferencia de grado (yo no soy más nada que él), sino de espacios: el curte imaginariamente Constitución y yo la provincia. Esta distinción capital/provincia se refleja en los tonos respectivos.

Han o has definido lo tuyo como "jaikus tumberos".
En algún momento me dediqué a componer haikus en el registro de Pintó...respetando sólo la métrica de la forma. Fue un período corto, no muy productivo.Algún ejemplo de sus resultados podría ser este:
ahí va la romi:
mirá que flor de zanja
y yo sin botas

¿De qué escritores te sentís cercano?
Participaron involuntariamente de la composición de Pintó... Juan Desiderio, Washington Cucurto, Leónidas Lamborghini, Vicente Luy, Pablo Lescano, Martín Gambarotta, Alejandro López, Daniel Durand y otros tantos.(Me sé un montón más de escritores, pero tampoco viene al caso andar pregonando.)
¿Cómo te fue con el libro?
Estoy contento porque lo leyó mucha gente. Estoy contento porque lo diseñamos, diagramamos, editamos, ensamblamos y distribuimos mi novia y yo solitos.

¿Estás laburando en algún otro libro?
Les tengo que dar una forma definitiva a los poemas anteriores a este conjunto que ya se cierra. Estoy comenzando con otra serie cuyo título provisorio es Un ballet de policías en el agua. Querría escribir prosa pero no me sale. Alguna vez me dijeron que pasar de la poesía a la narrativa era como descender del billar al pool: te salen todas. Manzana. De todos modos, espero algún día agarrarle la mano.

Contame algo del Salfina (personaje de sus poemas).
El Salfina es una hipérbole de mi primo Bombi, a quién una vez en el barrio le dieron entre ocho, con puntazos incluidos, pero no pudieron dejarlo tirado en el suelo. Volvió a la casa bastante estropeado, pero caminando las dos cuadras por sus propios medios. Me jura que a dos alcanzó a embocar.

Entrevista realizada tiempo atrás en Escafandra al señor que en los billetes de $10 pone a Pablo Lezcano.

viernes, 1 de agosto de 2008

Frases para coleccionar

"He gastado mucho dinero en mujeres, coches rápidos y fiestas; el resto simplemente lo he malgastado", George Best, gran jugador de fútbol.
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