Logró que todas las noches sean “la noche más caliente” con la simple e imposible capacidad para convertir cualquier baile en un motivo para ponerse en pelotas y frotarse en una boluda o en un mogofilántropo.
¿Para cuándo una chacarera en la que Karina Jelinek termine en cuero cubriéndose la cacerola con una tapa de empanada o la Tota Santillán con las boleadoras al aire?
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