Un ciudadano extranjero, portador de pasaporte nigeriano, fue arrestado por los servicios de aduana en el aeropuerto de Lisboa, Portugal. Los funcionarios tenían buenas razones para sospechar que el africano era una mula y que estaba implicado en tráfico de órganos. En efecto, después de una rápida revisación, verificaron que el nigeriano traía, escondidos dentro del cuerpo, dos riñones, un hígado, un corazón y dos pulmones, que seguro intentaría vender en una clínica privada en España o en Suiza. De nada sirvieron las protestas del africano que insistía en que los órganos que traficaba se destinaban exclusivamente para consumo personal.
Rui Barreira Zink es escritor y profesor universitario en Portugal.
Lo leí hace un tiempo en El señor de abajo.
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