martes, 6 de julio de 2010

El rastro en los huesos

No es grande. Cuatro por cuatro apenas, y una ventana por la que entra una luz grumosa,
celeste. El techo es alto. Las paredes blancas, sin mucho esmero. El cuarto —un
departamento antiguo en pleno Once, un barrio popular y comercial de la ciudad de
Buenos Aires— es discreto: nadie llega aquí por equivocación. El piso de madera está
cubierto por diarios y, sobre los diarios, hay un suéter a rayas —roto—, un zapato
retorcido como una lengua negra —rígida—, algunas medias. Todo lo demás son huesos.
Tibias y fémures, vértebras y cráneos, pelvis, mandíbulas, los dientes, costillas en pedazos.
Son las cuatro de la tarde de un jueves de noviembre. Patricia Bernardi está parada en el
vano de la puerta. Tiene los ojos grandes, el pelo corto. Toma un fémur lacio y lo apoya
sobre su muslo.
− Los huesos de mujer son gráciles.
Y es verdad: los huesos de mujer son gráciles.

Comienzo del trabajo ganador del Premio Nuevo Periodismo en la categoría texto que entrega la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano. La ganadora fue Leila Guerriero con "El rastro en los huesos", publicado en la revista Gatopardo.