Una noche de octubre de 1984, en Amsterdam, Keith emborrachó a Mick. Este tomó el teléfono en la habitación de hotel de Keith y le dijo a Charlie Watts que subiera. Eran las cinco de la mañana. Charlie estaba dormido pero atendió.
"¿Esssstá mi baterista por ahí? -gritó Mick- ¿Dónde está mi jodido baterista? ¡Que se presente aquí inmediatamente!"
(Keith: "Mick, cuando está borracho, es para no perdérselo.")
Charlie se levantó, se afeitó, se puso una camisa blanca limpia y un traje cruzado a medida, se anudó la corbata y se calzó unos zapatos hechos a mano.
"Charlie entró -dijo Keith-, agarró a Mick y ¡bum! Le puso un gancho de izquierda que lo tiró encima de una bandeja de salmón ahumado y luego casi salta por la ventana y cae en un canal de Amsterdam. Mi chaqueta preferida, que llevaba Mick, quedó inservible."
"No me llames más 'tu baterista' -gruño Charlie con los dientes apretados- Vos sos mi jodido cantante".
Fuente: "Rolling Stones. Los viejos dioses nunca mueren", de Stephen Davis.
Lo leí en “Frases rockeras”, pero no lo pude linkear directamente.
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