Rosario Tijeras (una cruza hermosa entre Angelina Jolie y Jessica Alba) está en la cama acariciando el cadáver nuevito de su hermano.
Dolida de muerte.
Antonio - tal vez el único que la quiere rescatar de su mundo de violencia– entra a la habitación.
Ella le dice que se van a rumbear.
“No está bien irse sin hacer lo que a uno le gusta aunque sea por última vez” y salen a recorrer las calles de Medellín en un descapotable y en varias motos. Con un grabador grande, tipo Bronx, y botellas que se vacían rápido con la velocidad de las balas que cruzan el cielo.
El cadáver en el descapotable, la música fuerte, el dolor al mango.
La ciudad condenada.
Van a un boliche.
¿El muerto habrá pagado entrada?
Le dan de beber.
Una nudista le ofrece sus carnes y le pone el corpiño de anteojera.
Y todos bailan.
Y todos beben.
Y de a poco se empiezan a ir y en un momento Rosario va al baño y le pide a Antonio que cuide a su hermano y entonces él, completamente borracho, le confiesa que está perdidamente enamorado de su hermana y el tipo sigue ahí, duro, esperando que termine su última noche antes de la noche eterna.
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