Decidí escribir porque ya estoy cansado de que la gente me pare por la calle y, confundiéndome con un gurú de canal de cable, arremeta con sus dudas a la espera de un consejo.
La bolsa baja… tome más despacio, señor, o no convide, vea lo que le conviene, mézclela con Blancaflor.
El precio de la soja se cae a pedazos… vaya a una inversión segura, cómprese un ministro, eso nunca dio pérdidas.
Hay que bajar la edad de imputabilidad de los menores… no querido, baje el volumen del TV y póngase a hablar con su familia, baje las ambiciones consumistas, baje la pornográfica tasa de ganancias de los hijueputas que la levantan con pala, baje la ineptitud de los funcionarios, bájele la persiana a su enano fascista.
Pero ahora vayamos a la que ha sido la gran duda de estos días: ¿tiene Maradona que ser el DT de la selección?
La respuesta es muy fácil: Sí… más complicado es justificarla.
Estoy muy lejos de ser un fan de Maradona, sin embargo creo que si hay alguien que se merece ser técnico de la selección, no caben dudas, que ese es Diego Armando.
Para sacar adelante al frustrante equipo que hasta hace poco dirigía el Coco Basile hace falta mucho más que un estratega. El problema pasa por otro lado, hay que cuestionarse el rol del jugador de fútbol que se pone la camiseta argentina.
Uno de los problemas de la selección es que se ha aburguesado. Pese a que sus integrantes son parte del elenco estable de los nuevos ricos salvados por los jugosos contratos que genera el fútbol, lejos están de esa clase alta que por derecho se arroga ser destinataria de lo más excelso, de lo máximo. De una clase que sólo aspira a lo mejor por el simple hecho de que siempre lo tuvo.
Más lejos aún están de sus orígenes. Del barro, de la pobreza que en otras épocas fue el motor que impulsó sus piernas para escapar de un pasado de miseria que amenazaba con hacerse piel y no abandonarlos más.
Los jugadores argentinos apenas son unos pobres burgueses. Perdieron los sueños cuando empezaron a mirar de reojo su pasado, cuando se aseguraron el futuro. Dueños de sus medios de producción (llámense piernas durante el juego o jetas a la hora de las publicidades) perdieron la mística cuando se volvieron marcas (o maracas, por qué no). Son temerosos, le han perdido el sabor al desafío.
Entonces no se trata de cambiar al DT sino de fumigar a todos esos parásitos con DDT. Lo que hace falta es una revolución para sacarlos de ese sopor burgués y el único líder posible es Maradona.
Ya lo dijo Juan Villoro es “Dios es redondo” (y con el título no se refería al Diego de sus peores momentos): “El fútbol ha tenido un rey, Pelé. Pero sólo ha tenido a un esclavo liberador (Maradona)”.
Maradona fue Espartaco.
Tras el fracaso del Mundial 82, Diego fue ungido líder de la banda de zaparrastrosos que había elegido el Narigón Bilardo para la selección nacional.
Petiso, gordito, negro, bostero, ídolo de los marginados tanos del sur, Maradona levantó la bandera de los desplazados, regó las canchas de talento y venció a todos los que se le cruzaron para liberar y liberarse.
Después de ello, pudo haber sido Platini, pero eligió ir por todo y no callarse. Fue a Italia (y con una banda aún más zaparrastrosa) le arruinó la fiesta a los locales, desafió a Havelange y sufrió la trampa.
Maradona, como cualquier héroe trágico, pagó por sus acciones.
Maradona fue un Sansón en las malas (drogas, coqueteos y peleas con el poder, salvador sin salvación, efedrina, traiciones, mentiras, quilombos policiales y judiciales, hijos extramatrimoniales, etc.).
Resurgió en EEUU 94 y volvió a caer, pero aún tras esa desilusión, nadie puede negar que ese corazón destrozado es el que más fuerte ha latido por la selección argentina. Sístole y diástole, celeste y blanca.
Nadie ha sentido tanto amor por esa camiseta como Diego Armando Maradona. Nadie le ha dado tanto. Nadie le ha faltado tanto.
El equipo no necesita un DT, lo que le hace falta es un revolucionario.
Un esclavo liberador.
Un Maradona que les grite en la cara que Nike no es un país, que Adidas no ganó ningún mundial, que a la camiseta se la respeta, se la transpira, se la lleva con orgullo más allá de los putos sponsores.
Un Maradona que cachetee a los tibios y los mande a jugar con la Play Station, un Maradona que lidere un grupo de jugadores que sueñe con tomar el cielo por asalto para recuperar la gloria o que, al menos, deje el corazón en el intento.
3 comentarios:
¿Por qué en este blog no aparece nada del torneo local?
El titular del domingo pasado de Cn5 decía: “BOCA, PRIMERO; RIVER ÚLTIMO".
¿No amerita un comentario?
Y sí, Maradona a la selección!! Hubiese preferido al Virrey pero no se puede…
Besos,
DeI, Rubia y Bosterita desde antes de nacer!!!
uno: ya me tienen las bolas llenas esos que piden al fiero de Bianchi.
dos: no darle la selección al Diego era sólo comparable con dejar morir a San Martín en el exilio.
Tres: cabezas de termo, entiendan, le estamos dando la dirección de un equipo de fulbo, no de la comisión de energía atómica.
Cuatro: Sí, hace falta que alguien con el peso de Diego les diga a esos "nuevos ricos" que no ganarón nada, que la vida pasa por otro lado.
Fin: a mi defensa la armó con cuatro en el fondo.
P.D.: si nunca estuvieron en un vestuario vallanse a cagar o como dice este blog "a jugar a la play".
casi lloro.. conjumro yo lo conozco.. no pense que tenia corazon de barrio... viva la patria...!!
ah para pàncho rodriguez... su comparacion sanmartiniana no tiene otro calificativo que magistral...ya me voy a alquilar el VHS de Heroes y a escuchar cantar a valeria lynch .. más, me das cada día más... mientras el diego le hace el gopl a los ingleses.. vamos loco!! me llene de adrenalina...
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