¡Qué se yo!, si al menos fuera incitado por la acidez de una Granny Smith podría llegar a pensarlo; pero creo que tampoco me convencería.
Puede atraer su color o el crunch de una mordida bien dada, sin embargo sigue estando lejos de la petit tentación de la cereza, de la lascividad del plátano (poner banana, sería obsceno) o de la seducción de la frutilla.
Si se me permite, voy a esgrimir una revolucionaria hipótesis que puede hacer tambalear a la Sociedad Rural y a la economía del Alto Valle: la manzana es el churrasco de las frutas… nacieron para defraudar.
Jamás un/a churrasco/manzana será tan sabroso/a como aparenta. Fue comprobado científicamente por el MIT (Massachusset Institute of Technology), pero el paper no se hizo público por presiones de la mafia de los alimentos.
En el primer caso, es el olfato el que entrega un resultado engañoso; mientras que en el segundo, la vista y el oído (recordar el crunch manzaneril) se confabulan para embaucarte.
General Roca, hay que asumirlo: ¡la manzana tiene menos onda que Teresa Parodi cantando “Mi perro dinamita”! Y nada se pueda hacer al respecto.
Los gurúes de las letras intentaron cambiar su destino poniéndola en la boca de nuestros chicos, al menos en sus enunciados.
Fue así que se puso de moda el “nooaa, manzana” (poner tono marianoclossesco), pero cayó en desuso y fue reemplazado -en el ambiente adolescente/lobotomizado- por el “nooaa, manteca” o el “nooaa, mandioca”; aunque mi preferido es el “nooaa, Manhattan”.
Hay cosas que no se pueden cambiar, esto no lo levanta ninguna agencia de publicidad. Ya lo advertía el Indio Solari: “Le prohibieron la manzana, sólo entonces la mordió. La manzana no importaba, nada más la prohibición”.
Este texto fue escrito para la edición de la revista Leche de febrero en coincidencia con la Fiesta de la Manzana, pero no entró en la edición.
1 comentario:
Muy bien.
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