lunes, 5 de octubre de 2009

M.

M. vive de escribir. Para vivir de escribir primero tuvo que leer, por lo que podría decirse que vive de leer, aunque cada vez lee menos.
Porque ahora habla. Se supone que vive de hablar, aunque no es así.
Se aplica en él, en forma invertida, esa frase que se ha vuelto simplona, esa frase según la cual Dios nos dio dos oídos y una sola boca para escuchar el doble de lo que hablamos.
A veces hay que ser voz.
O tal vez no, quién sabe.
De cualquier forma, no importa demasiado.
Cuando decía que M. vive de escribir, tampoco es que lo que escriba alguna vez vaya a ser citado. No es eso.
Claro que también debo decir que no es que su vida sea una galería de privilegios por el hecho de “vivir de escribir”.
M. ha escrito en distintos lugares, soportes, tiempos, situaciones.
Algunas cosas que escribió lo hacen sentir orgulloso, pero no puede alardear de ello, aunque no por modestia; otros textos si puede exhibirlos con falsa modestia y hay muchos que francamente prefiere olvidarlos.
Pero lo que más me llama la atención de M. es que en su trabajo como periodista escribe para un diario que no existe.
Sí, en serio, un diario que no se imprime, que no tiene página web, que no se manda por mail.
No es que sea el diario de Irigoyen, nada que ver. Mucho menos que eso.
Por definición un diario está estrechamente relacionado con la actualidad. Un diario se hace para desecharlo por otro diario con fecha de vencimiento igualmente inmediata.
Por eso M. manda notas todos los días (bah, casi todos).
Manda notas a ese diario que no existe.
Manda cinco notas, algo más de mil palabras.
Manda notas con la certeza y con la impunidad de que no serán publicadas.
Manda notas que nadie leerá, pero pese a ello se empecina en que no tengan errores de ortografía.
Manda notas y lamenta que la ausencia física del diario le impida mejorar su economía.
Es que una cosa es escribir para un diario que no existe, para lo cual le pagan un sueldo, y otra muy distinta conseguir que te den un aumento.
M. manda notas y no pregunta por su publicación. Sólo inquiere por los pagos a fin de mes.
M. hace como que no sabe que el diario no se publica, hace como que eso no importa, supone que apenas es un detalle y sigue mandando notas.

1 comentario:

Agustín dijo...

Muy bueno, me reí mucho, quien será ese hijo de puta!!
Abrazo