"El crimen organizado golpea dos veces: en el mundo de los hechos y en el mundo de los medios; tiene claramente una estrategia de propaganda que les permite expandir su terror a través de la representación de ese terror. Esto hace que los medios sean una caja de resonancia de las actividades del crimen organizado. No se trata de algo privativo de México; son las formas de operación del terror contemporáneas que pueden llevar a dos reacciones extremas, ambas muy perniciosas. Por un lado, la banalización, que nos acostumbremos a vivir con el horror. En Ciudad Juárez hay niños que juegan con los casquillos de las balas y buscan en los cadáveres algunas reliquias que les parecen interesantes. Ya han normalizado una forma de vida entre cadáveres y esto es gravísimo. La otra reacción extrema es la paranoia más absoluta que te impide salir de casa y te paraliza. El periodismo responsable debe dosificar las cuotas de violencia y es lo que estamos discutiendo ahora: cómo hacerlo. Nadie tiene un manual para suprimir la violencia, porque no se trata de censurar los hechos sino que lo ideal es crear un contexto y una explicación. El mayor desafío del periodismo es convertirse en una captación de sentido porque la realidad ocurre de manera impulsiva, arbitraria, barroca y contradictoria. No le pide permiso a nadie, no tiene por qué ser lógica. De hecho, el mundo no lo es. Ante un mundo que se resiste a ser razonado o a tener sentido, el periodismo puede crear unidades de sentidos”.
Nota completa a Juan Villoro en Página 12.
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