"El revolucionario es un hombre condenado. No se interesa por nada, no tiene sentimientos, no tiene lazos que lo unan a nada, ni siquiera tiene nombre.En él, todo está absorbido por una pasión única y total: la revolución.
En las profundidades de su ser ha roto amarras con el orden civil, con la ley y la moralidad. Si sigue viviendo en sociedad, es sólo con la idea de destruirla.
No espera misericordia alguna. Todos los días está dispuesto a morir", J. M. Coetze, ganador del Nobel de Literatura.
Epígrafe de "La cuarta espada. La historia de Abimael Guzmán y Sendero Luminoso", de Santiago Roncagliolo.
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