No es el cine el que escudriña el mundo criminal para captar
los comportamientos más paradigmáticos (de los integrantes de la Camorra). Sucede exactamente todo lo contrario.
(…)
La inspiración cinematográfica llega a condicionar incluso opciones
técnicas, como la empuñadura de la pistola y el modo de disparar. En cierta ocasión,
un veterano de la policía científica de Nápoles me explicaba cómo los killers
de la Camorra imitan a las películas.
“¡Hoy, después de las películas de Tarantino, ya no saben
disparar como Dios manda! Ya no disparan con el cañón recto. Lo tienen siempre
inclinado, hacia abajo. Disparan con pistola torcida, como en las películas, y
esta costumbre provoca desastres. Disparan al bajo vientre, a las ingles, a las
piernas; hieren gravemente sin llegar a matar. Así, siempre se ven en la
obligación de rematar a la víctima disparando en la nuca. Un charco de sangre
gratuito, una barbarie del todo superflua a efectos de la ejecución”.
“Gomorra”, de Roberto Saviano
Pág 268 y 270