El jueves
entrevistamos en El Interruptor a Florencia Werchowsky, autora "El telo de
papá", una novela que es mucho más que la historia del
emprendimiento familiar que los convirtió en la comidilla (que palabra
espantosa) de Allen, también es un retrato de época que repasa los '80 y el
comienzo del menemismo en un pueblo de provincia y la historia de una familia
muy particular.
El
Desafío
Cuando se le
ocurrió abrir el motel, su proyecto comercial absoluto, acaso su plan más
lúcido, se sintió satisfecho como nunca antes. Era una idea que combinaba
diferentes aspiraciones, era tan heroica como lucrativa, era arriesgada,
rebelde, tenía fuertes implicancias sociales. Le parecía comprender y dominar ciertas
conductas de la clase media del valle, donde había pasado los últimos veinte
años de su vida. Había llegado a la idea del motel analizando a sus amigos y a
él mismo y concluyendo que además de un negocio redituable, un hotel
alojamiento era una apuesta épica, un espacio para provocar, para despabilar.
Sería el refugio de los amantes de la zona, los casados, los infieles, los
solteros, locales y de las otras ciudades, los viajantes y los viajeros. Además
de un negocio, abriría capítulos en las historias de la gente del pueblo.
Pág.
32-33
La
pierna
Marcelino hizo un
reconocimiento desesperado de la habitación, mirando confundido por no poder
corroborar. Esperaba ver a su mujer engañándolo, pero la habitación estaba
vacía. Revolvió las sábanas, pateó las frazadas que estaban tiradas en el suelo
y se dejó caer en la cama, llorando. Sin decir una palabra,
se estiró para
levantar la prueba más contundente del engaño: una pierna ortopédica de mujer
olvidada en el desorden, todavía con el zapato de taco puesto.
Con los ojos mojados,
se puso la prótesis debajo del brazo, que sería la manera cariñosa que tendría
de cargarla en la intimidad de su casa para alcanzársela a su esposa, una renga
infiel, y salió a llorar afuera. Mientras tanto, en el lavadero, los amantes
transpiraban por el calor de la máquina secadora que estaba encendida y ella se
tocaba con susto el muñón.
Pág.
130-131
El
índice Cu-Cú
En
sus años como dueño del motel, mi papá había desarrollado la teoría del
Índice Cu-Cú que, aseguraba, era infalible: podía predecir el rumbo
inmediato de la economía de acuerdo con el perfil de los clientes que
estaban yendo al motel al momento del análisis. Entendiendo el turno de
dos horas como un producto
de
lujo y el aumento del deseo sexual como consecuencia del optimismo ante
las perspectivas personales —económicas— favorables, el Índice Cu-Cú le
ayudaba a comprender y pronosticar sin dejarse influenciar por las quejas
de los chacareros o las noticias engañosas de los medios.
Pág.
230
PD: Si
alguien lo pide, cuando vaya a la radio pido el archivo de la entrevista y lo
subo al blog.
Foto:
El Guardián.